Rusia avisa de que la situación actual es "el prólogo de la Tercera Guerra Mundial" tras insistir Kiev en sus condiciones para la paz

Zelenski asiste al izado de la bandera ucraniana en una de las zonas "liberadas"
Zelenski asiste al izado de la bandera ucraniana en una de las zonas "liberadas"
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Zelenski asiste al izado de la bandera ucraniana en una de las zonas "liberadas"

Los giros en la guerra son constantes y mientras Ucrania parece haber tomado la iniciativa, Rusia enciende su relato. Moscú asegura que las garantías de seguridad que reclama Ucrania como paso previo a la búsqueda de una salida negociada a la guerra suponen "una amenaza" para la seguridad de Rusia, motivo por el que ha defendido la necesidad de mantener la ofensiva militar contra el país europeo. "Estamos hablando de cierto documento y nadie oculta que lo tenían en mente hasta el momento en el que Ucrania se una a la OTAN. Esto significa que el punto de referencia para la entrada de Ucrania en la OTAN sigue ahí", comentó el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, al respecto.

En este sentido, el expresidente ruso y hombre de confianza de Putin, Dimitri Medvedev, asegura que las peticiones de Kiev son "el prólogo de la Tercera Guerra Mundial", más si cabe después de una contraofensiva ucraniana que ahora se ha ralentizado. El propio Ejército ucraniano asegura que el ritmo va bajando pese a los avances, y que ahora su foco se centra en penetrar en Lugansk. El Donbás, por tanto, vuelve a ser el centro de las hostilidades una vez que Ucrania ha conseguido dominar Járkov, otro de los enclaves decisivos en la guerra.

Asimismo, van destapándose pasos previos al inicio del conflicto. Vladimir Putin no quiso alcanzar un acuerdo con Ucrania antes de la invasión pese a que Kiev se comprometió a su neutralidad. Según adelanta Reuters, el presidente ruso no quiso aceptar un pacto con el Gobierno de Volodimir Zelenski a través del cual Ucrania aceptaba no entrar en la OTAN para que Moscú no lanzase su ofensiva que, por aquel entonces, iba ganando enteros. Estos hechos serían anteriores al 24 de febrero por lo que podrían desmontar la teoría de que la principal razón de Moscú para iniciar la guerra fuera precisamente la expansión hacia el este de la Alianza Atlántica.

Dmitry Kozak, el enviado ucraniano, consideró que con esas bases Putin no iniciaría la invasión, pero finalmente sí lo hizo. Fuentes cercanas al Kremlin habrían confirmado la negativa del presidente a suscribir el pacto. En un momento de las conversaciones, Putin aseguró que la neutralidad ucraniana no era suficiente y había ampliado sus objetivos para incluir la anexión de franjas de territorio, sin especificar de qué zonas se trataba.

Por otro lado, los Servicios de Inteligencia de Estados Unidos acusan a Rusia de haber financiado con 300 millones de dólares a partidos y candidatos de otros países con el objetivo de influir en su vida política, según publica el diario The Washington Post. El rotativo, que citó a fuentes anónimas del Gobierno estadounidense, indicó que entre la más de una veintena de países receptores se encontrarían Albania, Montenegro, Madagascar y, "potencialmente", Ecuador.

El régimen liderado por Vladímir Putin habría desembolsado esta cuantía desde 2014 y planearía seguir gastando "cientos de millones" de dólares para debilitar a los sistemas democráticos y promover los intereses del Kremlin más allá de sus fronteras. En el caso concreto de un país asiático no identificado, el embajador ruso habría dado millones de dólares en efectivo a un candidato presidencial. Algunas de las formaciones beneficiadas por los fondos del Kremlin serían partidos de ideología de extrema derecha. Esto, además, no es una novedad, pues a lo largo de estos años se han publicado informaciones sobre los vínculos de partidos como el (otrora) Frente Nacional en Francia o la Lega de Matteo Salvini con Rusia.

Mientras, la guerra sigue avanzando y Ucrania mantiene viva su contraofensiva. Por lo pronto el presidente Zelenski realizó este miércoles una simbólica visita a la localidad de Izium, situada en la región de Járkov y "liberada" recientemente de las tropas rusas, donde ha asistido a la ceremonia oficial de izado de bandera. "Antes, al mirar hacia arriba, siempre buscábamos el cielo azul, el sol. Ahora, especialmente en los territorios ocupados, estamos buscando sólo una cosa: la bandera de nuestro país", sostuvo.

Izar la bandera implica para Ucrania asumir que "el enemigo se ha ido". Kiev estima en más de 4.000 kilómetros cuadrados el territorio que le ha ganado a las fuerzas rusas en el este de Ucrania durante estas últimas semanas. Moscú, por su parte, mantiene que el repliegue de sus tropas ha sido voluntario e incide en que ahora la prioridad del Ejército es el Donbás, donde se han recrudecido los enfrentamientos en las últimas horas.

Con todo, la solución diplomática sigue muy lejana. Peskov cree que el documento presentado por Kiev "reitera la relevancia de la necesidad urgente de la operación militar especial para garantizar la seguridad y los intereses nacionales de Rusia", al tiempo que ha apuntado que las garantías de seguridad negociadas en Estambul se fundamentaron "en un texto totalmente diferente", pero también sin avances. Eso sí, Putin se verá esta misma semana con Erdogan y el papel de Turquía sigue siendo el de mediador en el conflicto, según lo viene reivindicando el propio presidente otomano.

Frente a Putin, la presión occidental se va a mantener. En esa línea se pronunció de hecho la presidenta de la Comisión Europea este miércoles desde Estrasburgo en el discurso sobre el estado de la UE. Avisó a Rusia de que "las sanciones han venido para quedarse". Y es que, sostuvo, "no es el momento del apaciguamiento" frente a la invasión, incluso pese a que el margen para seguir aprobando medidas es cada vez más estrecho. 

Moscú, en palabras de la presidenta del Ejecutivo comunitario, está aprovechándose de una dependencia que se ha alargado durante los años, y por eso ve necesario hacer autocrítica: "Debimos escuchar a quienes le conocen [a Putin] y durante años nos dijeron que no iba a parar", comentó, poniendo como ejemplo tanto a la oposición al Kremlin como a los Bálticos, que sí se han ido soltado de ese yugo. "Nos han estado diciendo durante años que Putin no pararía. Y actuaron en consecuencia".

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